Tragicomedia de la agonica modernidad

jueves, septiembre 07, 2006

Hamlet...

Sonrío a la vida
camino nuevamente descalza sobre cristales de sueños rotos
espalda recta, pecho hacia afuera
y un sueño muerto en el bolsillo
la libertad del vacío carcomiendo las entrañas
y no queda nada
nada de nada


Shakespeare, uno de los escritores que he admirado por su conexión con los sentimientos más profundos del ser humano, un ser sensible, atormentado y con su soliloquio de Hamlet, parece tocar una de mis primeras dudas trascendentales...

Vacuum...

Morir, dormir, no despertar más nunca,
poder decir todo acabó; en un sueño
sepultar para siempre los dolores
del corazón, los mil y mil quebrantos
que heredó nuestra carne, ¡quién no ansiara
concluir así!

¡Morir... quedar dormidos...
Dormir... tal vez soñar! -¡Ay! allí hay algo
que detiene al mejor. Cuando del mundo
no percibamos ni un rumor, ¡qué sueños
vendrán en ese sueño de la muerte!
Eso es, eso es lo que hace el infortunio
planta de larga vida. ¿Quién querría
sufrir del tiempo el implacable azote,
del fuerte la injusticia, del soberbio
el áspero desdén, las amarguras
del amor despreciado, las demoras
de la ley, del empleado la insolencia,
la hostilidad que los mezquinos juran
al mérito pacífico, pudiendo
de tanto mal librarse él mismo, alzando
una punta de acero? ¿quién querría
seguir cargando en la cansada vida
su fardo abrumador?...

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