Tragicomedia de la agonica modernidad

domingo, abril 15, 2007

De la risa y el olvido

Bueno, no voy a hablar del libro de Kundera, que es altamente recomendable, sino de los hechos por separado.

De la risa, que puedo decir, es una manera de liberar emociones, es posible reír si nos desplazamos hacia el lugar desde el cual podemos contemplar y contemplarnos desde otro ángulo. Es decir que el humor es posible si nos descentralizamos, si somos capaces de abandonar por un momento el lugar del ego, del nosotros, del yo. Pero hay bromas y bromas, y ya como decía Freud, detrás de toda broma hay siempre una verdad... pues hay momentos, formas y personas para cada broma, la risa es posible si logramos ponernos en el lugar del otro, aunque ese otro seamos nosotros mismos, y si no, es necesario saber que al otro no le va a afectar.

La risa nos ayuda a darle sentido a sucesos o hechos que, de otro modo, nos aplastarían, a unir las piezas del rompecabezas que es la vida, para poder comprender más lo incomprensible. Y sin embargo, me es más fácil para mi, yo reírme de mi torpeza y mis errores, que aceptar que alguien se ría de ellos, por eso no me gusta reirme de los otros mucho y me es muy triste cuando se rien de mis problemas, siendo que puedo darme cuenta de que es una broma que sólo resalta lo patético de la propia existencia.

Humor, a veces tan solo nos abandona, y ahí es cuando se necesita un abrazo, las palabras sobran...

Y del olvido, hay olvidos que programamos, que voluntariamente decidimos no recordar, porque nada bien nos hace, tomamos el aprendizaje y el recuerdo lo borramos. Aunque también hay olvidos involuntarios, aquellos detalles que parece que nuestra mente quisiera jugar con nosotros, sólo para hacernos más complicada la vida, sólo para hablarnos de lo que no puede.

El elixir de mi sobrevivencia, huellas abandonadas por sus dueños, que no puedo leer, palabras y fotos devanecidas en un silencioso sueño, una pena abandonada, mi muerte con el pasado depositados en un blanco futuro, abandonar parte de una vida trágica para poder verla con un poco de esperanza, un estertor de un segundo que ya fue. Y sin embargo, de mis peores recuerdos, tengo un pedacito guardado que me succiona la vida cada vez que lo encuentro.

Necesito agua...

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